Los tres estadios de la melancolía refleja el horror de la guerra de Chechenia a través de la mirada de los niños. Cómo se construye la imagen del enemigo fue la premisa motora de la realizadora finlandesa Pirjo Honkasalo para su documental. Muy lejos del modelo de Michael Moore y su Fahrenheit 9/11, Honkasalo se ocupa de las consecuencias que la cruzada antiterrorista librada por el socio ruso de Bush, Vladimir Putin, provoca en los niños chechenios. Si bien lo hace desde una inocultable posición política, se aparta de la denuncia plana y provocativa y apuesta a la capacidad poética de unas imágenes, cuyo conjunto abre en el espectador la posibilidad de una reflexión comprometida.
CONSTRUYENDO LA IMAGEN DEL ENEMIGO
Si uno ve Los tres estadios de la melancolía le costará creer que esa obra tan personal haya nacido por encargo. Pero este proyecto, que comenzó hace más de cinco años, tuvo innumerables idas y vueltas, como nos contó Pirjo Honkasalo: “Una productora americana le pidió a diez cineastas americanos y europeos hacer diez películas documentales sobre los diez mandamientos, como lo había hecho Kieslowski en ficción. Luego de trabajar el proyecto durante un año, tuvimos diferencias sobre los derechos de autor, porque yo quería hacerlo a la manera europea, quería tener derecho al corte final, y los americanos querían que el productor tuviera ese derecho”. Entonces, sucedió un hecho que la directora dice que no olvidará jamás: “El productor americano llegó a Helsinki a hablar conmigo, discutimos, no nos pusimos de acuerdo y me dijo:”.
Al finalizar ese encuentro, recuerda Honkasalo que salió de la reunión y en las calles nevadas de Helsinki decidió proseguir con el proyecto, dado que ya tenía escrito el guión. Entonces, “junto a mi productora finlandesa (Kristiina Pervilä) conseguimos el presupuesto necesario, proveniente de varias fuentes: Finlandia (Millennium Film), Suecia (LG Film), Dinamarca (Magic Hour Film), una fundación cultural escandinava (Nordisk Film & TV), los canales de televisión alemanes y franco-alemanes, ZDF y Arte, y los institutos nacionales de cine y televisión de Finlandia”
El mandamiento sobre el que se basó el guión es el que prescribe no dar testimonio en falso de tu prójimo. ¿Cómo se inscribe este mandato en el contexto de la guerra de Chechenia?, responde Honkasalo: “Si bien trata del problema chechenio, no es una película sobre la guerra de Chechenia. Cuando eliges un tema como ése tienes que hallar un mundo donde situarlo. Quería mostrar un mundo donde a la gente le han impuesto una imagen del enemigo. Primero quería hacer una película sobre los adultos, pero luego pensé que sería aún más interesante hacer una película sobre los niños, que todavía no tienen esa imagen tan fuerte, son niños que todavía no saben qué es el matar, aunque algún día se matarán entre ellos, todavía no lo saben. Desde que somos niños los adultos nos construyen imágenes de lo que es el enemigo, y estas imágenes permanecen dentro de nosotros toda nuestra vida y se vuelven invisibles, y ellas nos dictan la manera en que pensamos y la manera en la que actuamos sin tomar conciencia de ello. Además, como tenía muchísima vergüenza porque casi no se había opinado sobre la guerra de Chechenia, desde el principio estuvo clarísimo que quería escoger ese mundo. La actitud general en Europa es muy cínica y pretende ser ciega; como Rusia es un mercado muy potente para los europeos, prefieren cerrar los ojos”.
Para Honkasalo, las diferentes posturas de occidente frente a la guerra de Irak y al conflicto chechenio –ambos territorios ricos en petróleo- obedecen a razones económicas: “Rusia es un mercado nuevo y potente para muchos países europeos que quieren invertir ahí; están construyendo las relaciones económicas, están empezando. En cambio, las relaciones económicas con los Estados Unidos son tan antiguas, que si cincuenta mil personas protestan en las calles de Helsinski no importa nada, no impacta. Rusia es muy sensible a las críticas sobre asuntos de derechos humanos; hace unos meses en el Kremlin empezaron a publicitar un nuevo concepto: democracia oriental, porque dicen que la democracia occidental no encaja en Rusia. Si uno se pregunta qué es la democracia oriental, yo diría que es democracia sin derechos humanos y sin libertad de expresión”.
Finlandia, que obtuvo su independencia en 1917, luego de un siglo de ocupación rusa, mantiene una relación tensa con su gigante vecino con el que comparte más de 1400 kilómetros de frontera. “Si bien la democracia en mi país funciona bien, todavía los políticos en Finlandia tienen miedo a criticar a Rusia, no se atreven a hablar en contra de la guerra de Chechenia”, se lamenta la directora, y recuerda el trato que los disidentes tuvieron durante la ex Unión Soviética, por lo que pensó que se hacía necesario volver a ocuparse de los asuntos internos de Rusia. “No es que yo sea antirusa –aclara-, yo amo mucho a Rusia, sino que me di cuenta de que los que más sufren son ellos”, cuya imagen exterior es la de seres brutales.
UN TRIPTICO SOBRE LA MELANCOLIA
Como el mismo título señala, el documental transita por tres espacios de melancolía, denominados Añoranza, Respiración y Recuerdos, en tres sitios diferentes: en la isla de Kronstadt, frente a San Petersburgo, en Grozny, la capital de Chechenia y en un campo de refugiados de la pequeña república vecina de Ingushetia. Esta sucesión de estadios no construyen un relato pedagógico-argumentativo, sino que obedece a una estructura en forma de tríptico, donde ambos extremos miran al centro.
“Desde el principio estuve muy conciente de que no quería hacer una historia lineal, no me interesan las historias en sí. Todo en este mundo es narrativo hoy en día; hasta cuando vas al supermercado encuentras algo narrativo. Me resulta una manera aburrida de mirar. Para mí, primero está el asunto, y luego, si surge, hay una historia. Desde el principio tenía en mi mente un tríptico, tenía una imagen en donde a la izquierda están los rusos, a la derecha los chechenios, y el mal está en el centro”.
Ese centro recibe el nombre de Respiración “porque la gente necesita tanta fuerza para poder siquiera respirar en Grozny, que hace que yo admire mucho esa fuerza, la manera como viven cotidianamente, sin hacer nada más que intentar respirar”, explica la directora, quien tuvo que encomendarle a dos niñas chechenias tomar las imágenes estremecedoras en blanco y negro que muestran el trabajo de Hadizhat Gataeva, una mujer que recoge y protege, en una ciudad devastada, a niños huérfanos o cuyos padres no pueden hacerse cargo de ellos por su delicado estado de salud. “Con mi color de piel y cabello, no duraría mucho tiempo en Grozny”, relata Honkasalo. “En los noticieros no aparecen imágenes de Grozny, han establecido una barrera en los medios para que esto no salga. Las imágenes que aparecen en la televisión rusa son tomadas por oficiales del Kremlin y son siempre las mismas”. Como ejemplo señala un edificio que empezaron a reconstruir y que se muestra todo el tiempo para dar la falsa impresión de que se ha empezado a reconstruir el país.
La primera parte transcurre en una academia rusa en la isla de Kronstadt, frente a la ciudad de San Petersburgo, donde reciben instrucción militar niños de 9 a 14 años. “Había visto muchas veces esos niños en San Petersburgo y me resultaban muy impactantes. Uno sabe que van a ser soldados, pero son tan pequeños...”, señala Honkasalo. “Para ellos la única guerra que existe es la guerra de Chechenia, por eso tienen esa imagen del enemigo, el enemigo es el chechenio”, como se ve en una secuencia cuando los pequeños cadetes ven por la televisión el ataque terrorista chechenio al teatro Dubrovka de Moscú. “En la escuela prefieren a los huérfanos de los soldados que murieron en Chechenia; la imagen de un héroe de guerra es la de un soldado que murió en Chechenia”.
Resulta llamativo que, a diferencia de la mayoría de las películas donde se muestra una imagen espeluznante de los institutos de menores, este film exhiba un retrato menos oscuro. Explica la directora: “Al principio yo tenia una imagen muy en blanco y negro, pero luego cuando me enteré de donde vienen los niños, que vienen de la calle, en qué condiciones estaban viviendo antes, entendí más cosas. Me di cuenta de que el asunto era más complejo de lo que pensaba en un comienzo. Es una situación muy contradictoria porque en la academia reciben buena educación pero ningún cariño, pero si no estuvieran ahí estarían en la calle sin ninguna educación y sin ternura. Sin embargo, los niños en Chechenia reciben mucho cariño, aunque no tienen posibilidades de ir a una escuela, por eso no tienen mucho futuro, porque no pueden recibir ninguna educación en esas condiciones”.
La tercera parte, llamada Recuerdos, se centra en un campo de refugiados donde se vuelven a observar los tristes resultados de la guerra: niños y niñas abusados por soldados rusos, cuyos rostros casi mudos hablan por sí mismos. “La estética de la imagen va cambiando hacia el final hacia una forma más simple y sencilla”, cuenta Pirjo Honkasalo sobre las decisiones estéticas y agrega: “También quería tomar muchos primeros planos de las caras de los niños porque no hay protagonistas, la idea era que la imagen cambie de un niño a otro y que al final no puedas distinguir cuál es chechenio y cuál es ruso; al final los protagonistas son todos los niños”.
LOS SONIDOS DEL SILENCIO
La verdad no está en las cosas sino en los enunciados, escribió alguna vez Michel Foucault acerca de la guerra por el sentido que tiene a la palabra como su principal artillero. Aunque lejos de querer refutar al filósofo francés, Pirjo Honkasalo no cree en verdades absolutas que se revelan a través de enunciados verbales, por el contrario Los tres estadios de la melancolía es un film que se alía con el silencio.
Sobre esta opción por mostrar antes que decir, reflexiona la directora: “No sabría decirlo exactamente, porque yo valoro mucho las palabras y la literatura, pero mi manera de expresarme, también cuando hago ficción, es que se hable muy poco. Para mí, el cine en general es uno de los pocos medios donde se puede hablar de las cosas de las que no se suele hablar. Tengo mucha pasión e interés por el silencio, y especialmente por el silencio de un ser humano, y en particular por el silencio del animal en un ser humano. Mi objetivo no es que el espectador viva lo que se vive en la pantalla, sino que busco condensar y abrir la memoria del espectador”.
“Cada cual tiene en su mente imágenes privadas e imágenes colectivas que son comunes, y lo que espero es que la imagen de la película abra las imágenes privadas. Por ejemplo, si el espectador llora, lo hace por sus propias imágenes y memorias. Espero que las imágenes silenciosas abran la mente del espectador, que use lo que tiene. Si haces películas con este método, sé que cada espectador sale del cine con una película diferente, y esto me parece muy bien”.
Para Honkasalo existen dos grupos muy diferenciados de directores “hay directores que quieren manipular a los espectadores, hacen un cine en donde cada imagen tiene un cierto significado específico:y así mantiene al espectador con una emoción especial, así capta una hora y media de la vida del espectador; y existe un segundo grupo, al que considero que pertenezco, que pinta un mundo, que toma al espectador de la mano y lo lleva a ese mundo, que tiene unos límites que ha construido de manera subjetiva, pero dentro de esos límites el espectador tiene mucha libertad para pasear, y puede encontrar formas diferentes. Si nace un contacto entre es mundo y el espectador, el espectador, de una manera, gana más tiempo a su vida”.
“El segundo grupo siempre tiene un gran riesgo comercial porque nunca puede saber si el espectador sale con algo o sin nada. Si el mundo del espectador y el mundo de la película no se encuentran, el espectador sale sin nada. Por eso a los productores no les gustan las películas del segundo grupo”, dice riéndose la directora.
LA INTERFERENCIA DEL 11 DE SEPTIEMBRE
Además de las dificultades económicas surgió en medio del rodaje un inconveniente inesperado: el atentado del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York. “Hasta ese momento éramos muy bien recibidos en ambos sitios, no molestábamos a nadie”, recuerda Honkasalo. ”En la academia estaban muy orgullosos del tipo de educación que daban y en los campos de refugiados, si bien ya antes era peligroso, teníamos un permiso especial del presidente de la zona, un coche a disposición y custodia permanente en el hotel”.
Pero, después del 11 de septiembre todo cambió: “nació un fuerte miedo en Rusia hacia los medios de comunicación. Entonces, Rusia se unió con Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo, eso influyó para que dentro de Rusia estuviera permitido hacer cualquier cosa con Chechenia. Los directores de la academia empezaron a tener miedo de que nosotros vayamos a mostrar algo que a las autoridades no les iba a caer bien. Y en los campos de refugiados pudimos seguir yendo al mismo hotel, pero sin las guardias, hasta que un día apareció un hombre de la KGB y con esa manera tan rusa nos dijo que teníamos 24 horas para irnos del lugar, que nos querían investigar, nosotras nos hicimos las rubias tontas y les dijimos que sólo queríamos filmar a los niños, que no entendíamos nada de política”, pero finalmente tuvieron que regresar a su país.
“Luego tuvimos que solicitar durante un año y medio permisos para volver a entrar en Rusia, pero siempre nos faltaba algún papel”. Finalmente, regresaron y con el poco tiempo que les permitieron filmar terminaron el rodaje.
La situación empeoró aún más desde esos días. “Recientemente los rusos han matado al presidente de Chechenia y ahora es muy difícil una negociación, ya que han elegido una marioneta, por lo que se espera mucha violencia. Cortaron el agua y la electricidad en los campos de refugiados, y los chicos se ven forzados a regresar nuevamente a Grozny, que tiene más ratones que cualquier otra ciudad en la Tierra. Estoy en contacto permanentemente con los chechenios y sé que la situación está muy peligrosa en estos momentos”, se lamenta la directora.
CONSTRUYENDO LA IMAGEN DEL ENEMIGO
Si uno ve Los tres estadios de la melancolía le costará creer que esa obra tan personal haya nacido por encargo. Pero este proyecto, que comenzó hace más de cinco años, tuvo innumerables idas y vueltas, como nos contó Pirjo Honkasalo: “Una productora americana le pidió a diez cineastas americanos y europeos hacer diez películas documentales sobre los diez mandamientos, como lo había hecho Kieslowski en ficción. Luego de trabajar el proyecto durante un año, tuvimos diferencias sobre los derechos de autor, porque yo quería hacerlo a la manera europea, quería tener derecho al corte final, y los americanos querían que el productor tuviera ese derecho”. Entonces, sucedió un hecho que la directora dice que no olvidará jamás: “El productor americano llegó a Helsinki a hablar conmigo, discutimos, no nos pusimos de acuerdo y me dijo:
Al finalizar ese encuentro, recuerda Honkasalo que salió de la reunión y en las calles nevadas de Helsinki decidió proseguir con el proyecto, dado que ya tenía escrito el guión. Entonces, “junto a mi productora finlandesa (Kristiina Pervilä) conseguimos el presupuesto necesario, proveniente de varias fuentes: Finlandia (Millennium Film), Suecia (LG Film), Dinamarca (Magic Hour Film), una fundación cultural escandinava (Nordisk Film & TV), los canales de televisión alemanes y franco-alemanes, ZDF y Arte, y los institutos nacionales de cine y televisión de Finlandia”
El mandamiento sobre el que se basó el guión es el que prescribe no dar testimonio en falso de tu prójimo. ¿Cómo se inscribe este mandato en el contexto de la guerra de Chechenia?, responde Honkasalo: “Si bien trata del problema chechenio, no es una película sobre la guerra de Chechenia. Cuando eliges un tema como ése tienes que hallar un mundo donde situarlo. Quería mostrar un mundo donde a la gente le han impuesto una imagen del enemigo. Primero quería hacer una película sobre los adultos, pero luego pensé que sería aún más interesante hacer una película sobre los niños, que todavía no tienen esa imagen tan fuerte, son niños que todavía no saben qué es el matar, aunque algún día se matarán entre ellos, todavía no lo saben. Desde que somos niños los adultos nos construyen imágenes de lo que es el enemigo, y estas imágenes permanecen dentro de nosotros toda nuestra vida y se vuelven invisibles, y ellas nos dictan la manera en que pensamos y la manera en la que actuamos sin tomar conciencia de ello. Además, como tenía muchísima vergüenza porque casi no se había opinado sobre la guerra de Chechenia, desde el principio estuvo clarísimo que quería escoger ese mundo. La actitud general en Europa es muy cínica y pretende ser ciega; como Rusia es un mercado muy potente para los europeos, prefieren cerrar los ojos”.
Para Honkasalo, las diferentes posturas de occidente frente a la guerra de Irak y al conflicto chechenio –ambos territorios ricos en petróleo- obedecen a razones económicas: “Rusia es un mercado nuevo y potente para muchos países europeos que quieren invertir ahí; están construyendo las relaciones económicas, están empezando. En cambio, las relaciones económicas con los Estados Unidos son tan antiguas, que si cincuenta mil personas protestan en las calles de Helsinski no importa nada, no impacta. Rusia es muy sensible a las críticas sobre asuntos de derechos humanos; hace unos meses en el Kremlin empezaron a publicitar un nuevo concepto: democracia oriental, porque dicen que la democracia occidental no encaja en Rusia. Si uno se pregunta qué es la democracia oriental, yo diría que es democracia sin derechos humanos y sin libertad de expresión”.
Finlandia, que obtuvo su independencia en 1917, luego de un siglo de ocupación rusa, mantiene una relación tensa con su gigante vecino con el que comparte más de 1400 kilómetros de frontera. “Si bien la democracia en mi país funciona bien, todavía los políticos en Finlandia tienen miedo a criticar a Rusia, no se atreven a hablar en contra de la guerra de Chechenia”, se lamenta la directora, y recuerda el trato que los disidentes tuvieron durante la ex Unión Soviética, por lo que pensó que se hacía necesario volver a ocuparse de los asuntos internos de Rusia. “No es que yo sea antirusa –aclara-, yo amo mucho a Rusia, sino que me di cuenta de que los que más sufren son ellos”, cuya imagen exterior es la de seres brutales.
UN TRIPTICO SOBRE LA MELANCOLIA
Como el mismo título señala, el documental transita por tres espacios de melancolía, denominados Añoranza, Respiración y Recuerdos, en tres sitios diferentes: en la isla de Kronstadt, frente a San Petersburgo, en Grozny, la capital de Chechenia y en un campo de refugiados de la pequeña república vecina de Ingushetia. Esta sucesión de estadios no construyen un relato pedagógico-argumentativo, sino que obedece a una estructura en forma de tríptico, donde ambos extremos miran al centro.
“Desde el principio estuve muy conciente de que no quería hacer una historia lineal, no me interesan las historias en sí. Todo en este mundo es narrativo hoy en día; hasta cuando vas al supermercado encuentras algo narrativo. Me resulta una manera aburrida de mirar. Para mí, primero está el asunto, y luego, si surge, hay una historia. Desde el principio tenía en mi mente un tríptico, tenía una imagen en donde a la izquierda están los rusos, a la derecha los chechenios, y el mal está en el centro”.
Ese centro recibe el nombre de Respiración “porque la gente necesita tanta fuerza para poder siquiera respirar en Grozny, que hace que yo admire mucho esa fuerza, la manera como viven cotidianamente, sin hacer nada más que intentar respirar”, explica la directora, quien tuvo que encomendarle a dos niñas chechenias tomar las imágenes estremecedoras en blanco y negro que muestran el trabajo de Hadizhat Gataeva, una mujer que recoge y protege, en una ciudad devastada, a niños huérfanos o cuyos padres no pueden hacerse cargo de ellos por su delicado estado de salud. “Con mi color de piel y cabello, no duraría mucho tiempo en Grozny”, relata Honkasalo. “En los noticieros no aparecen imágenes de Grozny, han establecido una barrera en los medios para que esto no salga. Las imágenes que aparecen en la televisión rusa son tomadas por oficiales del Kremlin y son siempre las mismas”. Como ejemplo señala un edificio que empezaron a reconstruir y que se muestra todo el tiempo para dar la falsa impresión de que se ha empezado a reconstruir el país.
La primera parte transcurre en una academia rusa en la isla de Kronstadt, frente a la ciudad de San Petersburgo, donde reciben instrucción militar niños de 9 a 14 años. “Había visto muchas veces esos niños en San Petersburgo y me resultaban muy impactantes. Uno sabe que van a ser soldados, pero son tan pequeños...”, señala Honkasalo. “Para ellos la única guerra que existe es la guerra de Chechenia, por eso tienen esa imagen del enemigo, el enemigo es el chechenio”, como se ve en una secuencia cuando los pequeños cadetes ven por la televisión el ataque terrorista chechenio al teatro Dubrovka de Moscú. “En la escuela prefieren a los huérfanos de los soldados que murieron en Chechenia; la imagen de un héroe de guerra es la de un soldado que murió en Chechenia”.
Resulta llamativo que, a diferencia de la mayoría de las películas donde se muestra una imagen espeluznante de los institutos de menores, este film exhiba un retrato menos oscuro. Explica la directora: “Al principio yo tenia una imagen muy en blanco y negro, pero luego cuando me enteré de donde vienen los niños, que vienen de la calle, en qué condiciones estaban viviendo antes, entendí más cosas. Me di cuenta de que el asunto era más complejo de lo que pensaba en un comienzo. Es una situación muy contradictoria porque en la academia reciben buena educación pero ningún cariño, pero si no estuvieran ahí estarían en la calle sin ninguna educación y sin ternura. Sin embargo, los niños en Chechenia reciben mucho cariño, aunque no tienen posibilidades de ir a una escuela, por eso no tienen mucho futuro, porque no pueden recibir ninguna educación en esas condiciones”.
La tercera parte, llamada Recuerdos, se centra en un campo de refugiados donde se vuelven a observar los tristes resultados de la guerra: niños y niñas abusados por soldados rusos, cuyos rostros casi mudos hablan por sí mismos. “La estética de la imagen va cambiando hacia el final hacia una forma más simple y sencilla”, cuenta Pirjo Honkasalo sobre las decisiones estéticas y agrega: “También quería tomar muchos primeros planos de las caras de los niños porque no hay protagonistas, la idea era que la imagen cambie de un niño a otro y que al final no puedas distinguir cuál es chechenio y cuál es ruso; al final los protagonistas son todos los niños”.
LOS SONIDOS DEL SILENCIO
La verdad no está en las cosas sino en los enunciados, escribió alguna vez Michel Foucault acerca de la guerra por el sentido que tiene a la palabra como su principal artillero. Aunque lejos de querer refutar al filósofo francés, Pirjo Honkasalo no cree en verdades absolutas que se revelan a través de enunciados verbales, por el contrario Los tres estadios de la melancolía es un film que se alía con el silencio.
Sobre esta opción por mostrar antes que decir, reflexiona la directora: “No sabría decirlo exactamente, porque yo valoro mucho las palabras y la literatura, pero mi manera de expresarme, también cuando hago ficción, es que se hable muy poco. Para mí, el cine en general es uno de los pocos medios donde se puede hablar de las cosas de las que no se suele hablar. Tengo mucha pasión e interés por el silencio, y especialmente por el silencio de un ser humano, y en particular por el silencio del animal en un ser humano. Mi objetivo no es que el espectador viva lo que se vive en la pantalla, sino que busco condensar y abrir la memoria del espectador”.
“Cada cual tiene en su mente imágenes privadas e imágenes colectivas que son comunes, y lo que espero es que la imagen de la película abra las imágenes privadas. Por ejemplo, si el espectador llora, lo hace por sus propias imágenes y memorias. Espero que las imágenes silenciosas abran la mente del espectador, que use lo que tiene. Si haces películas con este método, sé que cada espectador sale del cine con una película diferente, y esto me parece muy bien”.
Para Honkasalo existen dos grupos muy diferenciados de directores “hay directores que quieren manipular a los espectadores, hacen un cine en donde cada imagen tiene un cierto significado específico:
“El segundo grupo siempre tiene un gran riesgo comercial porque nunca puede saber si el espectador sale con algo o sin nada. Si el mundo del espectador y el mundo de la película no se encuentran, el espectador sale sin nada. Por eso a los productores no les gustan las películas del segundo grupo”, dice riéndose la directora.
LA INTERFERENCIA DEL 11 DE SEPTIEMBRE
Además de las dificultades económicas surgió en medio del rodaje un inconveniente inesperado: el atentado del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York. “Hasta ese momento éramos muy bien recibidos en ambos sitios, no molestábamos a nadie”, recuerda Honkasalo. ”En la academia estaban muy orgullosos del tipo de educación que daban y en los campos de refugiados, si bien ya antes era peligroso, teníamos un permiso especial del presidente de la zona, un coche a disposición y custodia permanente en el hotel”.
Pero, después del 11 de septiembre todo cambió: “nació un fuerte miedo en Rusia hacia los medios de comunicación. Entonces, Rusia se unió con Estados Unidos en la guerra contra el terrorismo, eso influyó para que dentro de Rusia estuviera permitido hacer cualquier cosa con Chechenia. Los directores de la academia empezaron a tener miedo de que nosotros vayamos a mostrar algo que a las autoridades no les iba a caer bien. Y en los campos de refugiados pudimos seguir yendo al mismo hotel, pero sin las guardias, hasta que un día apareció un hombre de la KGB y con esa manera tan rusa nos dijo que teníamos 24 horas para irnos del lugar, que nos querían investigar, nosotras nos hicimos las rubias tontas y les dijimos que sólo queríamos filmar a los niños, que no entendíamos nada de política”, pero finalmente tuvieron que regresar a su país.
“Luego tuvimos que solicitar durante un año y medio permisos para volver a entrar en Rusia, pero siempre nos faltaba algún papel”. Finalmente, regresaron y con el poco tiempo que les permitieron filmar terminaron el rodaje.
La situación empeoró aún más desde esos días. “Recientemente los rusos han matado al presidente de Chechenia y ahora es muy difícil una negociación, ya que han elegido una marioneta, por lo que se espera mucha violencia. Cortaron el agua y la electricidad en los campos de refugiados, y los chicos se ven forzados a regresar nuevamente a Grozny, que tiene más ratones que cualquier otra ciudad en la Tierra. Estoy en contacto permanentemente con los chechenios y sé que la situación está muy peligrosa en estos momentos”, se lamenta la directora.
(Publicado en Kinetoscopio, revista colombiana de cine, en julio de 2005)
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